Ando enfrascado, en estos días, con las "Cartas a un joven novelista", de Mario Vargas Llosa. Aprendiendo, que falta hace.
MVLL. Uno de mis autores de cabecera, pese a que no me agraden algunos aspectos de su vida, qué tendrá que ver eso. Pero, de un tiempo a esta parte, estoy leyendo tanta crítica tan dura contra él y de tanta gente inteligente-pretendidamente inteligente-inteligente bajo palabra de honor que me apetece escribir este elogio a un autor que considero esencial. Reconozco que aquella temible portada de Hola (¡ay, aquella portada que me asaltó una tarde!) me provocó una subida de triglicéridos en su día, pero no sé el mercadeo mayor o menor que se pueda traer con la prensa o programas de televisión rosa: no sé de qué va todo ese mundo ni me interesa. Por tanto, no sé si sube, baja, entra o sale en esos temas.
Sé que no estoy de moda haciendo esto, que ahora se lleva mucho darle a MVLL más estopa de lo normal, pero no estuve de moda cuando tenía veinte años, que es cuando uno es feliz y quiere ser el perejil de todos los platos, imaginan lo que me importa eso a estas alturas, cuando ya paso de los cuarenta y estoy de vuelta de algunas cosas (de más de las que quisiera).
Siempre he pensado que MVLL es un gran creador, un lúcido crítico literario y un opinador más o menos discutible, que en esto ya los gustos van por barrios y MVLL tiene días y días (pero siempre aporta algo al lector; a veces indignación, incluso), así como un trabajador nato (hay anécdotas más y menos subidas de tono que confirman esto). Y en estas "Cartas..." nos permite subir a admirar los andamios de un gran creador, y eso me parece pedagógico para los que estamos interesados en aprender sobre estas cosas.
Porque escribir, la tarea de escribir, tiene mucho de lucha solitaria, de jersey de cuello vuelto y soledad, de pelear contra demonios familiares y de aprendizaje, y mucho menos de focos, fiestas, abrazos, fotos, copas, nos-llamamos, nos-vemos y etcétera. Que está muy bien todo eso pero... no es lo bonito e importante de escribir.
MVLL. Uno de mis autores de cabecera, pese a que no me agraden algunos aspectos de su vida, qué tendrá que ver eso. Pero, de un tiempo a esta parte, estoy leyendo tanta crítica tan dura contra él y de tanta gente inteligente-pretendidamente inteligente-inteligente bajo palabra de honor que me apetece escribir este elogio a un autor que considero esencial. Reconozco que aquella temible portada de Hola (¡ay, aquella portada que me asaltó una tarde!) me provocó una subida de triglicéridos en su día, pero no sé el mercadeo mayor o menor que se pueda traer con la prensa o programas de televisión rosa: no sé de qué va todo ese mundo ni me interesa. Por tanto, no sé si sube, baja, entra o sale en esos temas.
Sé que no estoy de moda haciendo esto, que ahora se lleva mucho darle a MVLL más estopa de lo normal, pero no estuve de moda cuando tenía veinte años, que es cuando uno es feliz y quiere ser el perejil de todos los platos, imaginan lo que me importa eso a estas alturas, cuando ya paso de los cuarenta y estoy de vuelta de algunas cosas (de más de las que quisiera).
Siempre he pensado que MVLL es un gran creador, un lúcido crítico literario y un opinador más o menos discutible, que en esto ya los gustos van por barrios y MVLL tiene días y días (pero siempre aporta algo al lector; a veces indignación, incluso), así como un trabajador nato (hay anécdotas más y menos subidas de tono que confirman esto). Y en estas "Cartas..." nos permite subir a admirar los andamios de un gran creador, y eso me parece pedagógico para los que estamos interesados en aprender sobre estas cosas.
Porque escribir, la tarea de escribir, tiene mucho de lucha solitaria, de jersey de cuello vuelto y soledad, de pelear contra demonios familiares y de aprendizaje, y mucho menos de focos, fiestas, abrazos, fotos, copas, nos-llamamos, nos-vemos y etcétera. Que está muy bien todo eso pero... no es lo bonito e importante de escribir.
Lo de escribir es otra cosa. Y estudiar andamios sólidos de alguien grande siempre ayuda a mejorar lo mejorable.
Una clarificadora lectura.
Una clarificadora lectura.
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