Por algún sitio tengo publicado un poema por el que aparece un Lenin un tanto deshabitado.
Que Marx me perdone.
Cuentan los entendidos
que
si analizáramos hoy
a Lenin,
al sonrosado Lenin que duerme y espera en la Plaza Roja,
comprobaríamos
que
no tiene entrañas
ni cerebro
ni corazón.
Para que dure (más).
De lo más poético, el Doctor que le atendió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario