Hubo una época en que un Diario de prensa escrita confiaba en mí para
escribir columnas: el Diario Málaga-Costa del Sol. Cerró, aunque tengo
entendido que la calidad literaria de mis trabajos no tuvo nada que ver
en este desenlace (a lo mejor es que quiero creerlo, pues me interesa,
pero no fue así...). Cada semana publicaba una columna, y fui del grupo
de columnistas que apagó la luz en el Diario.
Desde entonces he publicado alguna cosita por aquí y por allá, acompañando a las esquelas en el Diario SUR (me cansé de esa compañía y de tanto esperar para que se publicaran mis arrebatos literarios, que posiblemente no interesaran a nadie), logrando que se insertase alguna cosita perdida en el Diario Málaga Hoy o, con más habitualidad, en el Diariolatorre Alhaurin, digital, de mi buen amigo Javier De Molina. En todo caso, creo que me llegó el desencanto (inevitable, siempre tan paneriano) y, como llegué a esto de escribir columnas, me fui: como de perfil. Otros las escriben (alguno, incluso, amigo; qué bueno), y lo hacen bien, por lo que lo más lúcido es irme a regar el jardín volteriano y a leerles. Puede que ahora recomience con alguna colaboración periódica por algún rincón de por ahí, pero no puedo adelantar nada.
En cualquier caso, hoy quiero recordar cómo una vez, el 9 de marzo de 2005, publiqué una columna en verso libre en Diario Málaga. Han pasado más de diez años de aquello pero... en ocasiones todavía releo el texto con relativo interés (me agrada reencontrarme con Benedetti, con Sabina, con Brecht, con Miguel Hernández, conmigo mismo y con tanto pensamiento más o menos metabolizado en el texto).
Desde entonces he publicado alguna cosita por aquí y por allá, acompañando a las esquelas en el Diario SUR (me cansé de esa compañía y de tanto esperar para que se publicaran mis arrebatos literarios, que posiblemente no interesaran a nadie), logrando que se insertase alguna cosita perdida en el Diario Málaga Hoy o, con más habitualidad, en el Diariolatorre Alhaurin, digital, de mi buen amigo Javier De Molina. En todo caso, creo que me llegó el desencanto (inevitable, siempre tan paneriano) y, como llegué a esto de escribir columnas, me fui: como de perfil. Otros las escriben (alguno, incluso, amigo; qué bueno), y lo hacen bien, por lo que lo más lúcido es irme a regar el jardín volteriano y a leerles. Puede que ahora recomience con alguna colaboración periódica por algún rincón de por ahí, pero no puedo adelantar nada.
En cualquier caso, hoy quiero recordar cómo una vez, el 9 de marzo de 2005, publiqué una columna en verso libre en Diario Málaga. Han pasado más de diez años de aquello pero... en ocasiones todavía releo el texto con relativo interés (me agrada reencontrarme con Benedetti, con Sabina, con Brecht, con Miguel Hernández, conmigo mismo y con tanto pensamiento más o menos metabolizado en el texto).
http://antoniojetaquesada.blogspot.com.es/2014/07/inquietudes-de-cuando-era-columnista-de.html
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