Paulina Crusat fue un personaje creativo y complejo. Juan Marsé tuvo bastante contacto con ella durante unos años, y sabe de sus virtudes y de su capacidad creativa. Como mujer encuadrada en unas coordenadas geográfico-temporales poco propicias estuvo muy mediatizada a la hora de poder desarrollar adecuadamente su obra creativa, y pese a su lucidez, le tocó montar guardia en garitas poco habitables.
A lo que voy: en cuestión de dos años perdió a sus dos hijas y se refugió en la religión (pasó de la literatura a escribir en la Hoja Parroquial; no valoro, describo), además de llevar una vida por la que sus vecinos del barrio sevillano en que vivía le habían puesto el sobrenombre de "la loca".
Era evidente su locura... Un atuendo que no se correspondía con el de una persona "normal" de la sociedad, una manera culta y refinada de hablar (sin pretenderlo, simplemente porque sí), opiniones que no eran muy frecuentes en la inculta España de barrio de principios de los setenta, leer libros en los bancos de la plaza bajo el calor propio de Sevilla, o una bolsa de tela en vez de bolso, de la que sacaba papel y pluma y escribía en plena calle, ajena al trasiego de personas y animales (no sé en qué proporción, intuyo que habría más animales que personas).
En fin... que era evidente su locura, como podemos comprobar. Esas excentricidades...
La loca.
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