sábado, 24 de septiembre de 2016

EL INICIO DEL CURSO

Ayer se inició el curso académico en la Universidad de Málaga. Nunca he ido a estos eventos formales, y ahora me da pereza empezar, no sé. Quizás por eso no voy. Tampoco creo que se me eche en falta, que sin mí el sol también sale, la gente ríe, las chicas pasearán igual de bellas por la playa y al llegar la noche habrá quien se tome una cerveza en el paseo marítimo. No se cae el mundo cuando yo no estoy, me consta.
En el acto formal se dicen discursos delante de las Autoridades de todo tipo (cada vez hay más) y las "fuerzas vivas" de la ciudad (me horroriza la palabra, la uso con "rintintín", como ahora esta segunda palabra entrecomillada) y queda inagurada la cosa. Las gentes con togas y mucetas de colores se saludan después y bien, todo bien.
En todo caso, sin embargo, y pese a mi desapego hacia estos eventos, creo que está bien que se haga así todos los años. Y que a quien le gusta y disfrute vestido de Doctor y no sé qué, que vaya y pase un buen día.
Todo colectivo tiene sus folklores y ritos, su comunión de los santos, y en el mío más o menos es esto. Lo acepto como tal. Igual que cuando se casa un militar los compañeros hacen no sé qué con las espadas para que la (presuntamente) feliz pareja pase por debajo, nosotros tenemos esto. Que huele a antiguo... seguramente. ¿Y qué? No daña a nadie, no hiere sensibilidades, ¿qué problema hay?
Ese presunto olor a naftalina es parte del folklore del colectivo: en nuestra comunión de los santos, los santos llevan gorros y mucetas de colores, se entona el "Gaudeamus" y nos sentamos y levantamos a golpe de protocolo. ¿Acaso si asisten a una sesión del Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia esperan ustedes excesivos cambios en la escenografía, o que la presunta licuefacción de la Sangre de San Gennaro cambie su guión de repente y se haga en Twitter, por ejemplo, este año?
Pues la inaguración del curso académico, como lo de la sangre del santo, no falta a su cita anual. Se celebra y es celebrado por quien va. Y a vivir, que son dos días y uno está lloviendo...

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