domingo, 25 de septiembre de 2016

UNA VIEJA DEUDA: LA POESÍA DE JOSÉ RIZAL

El otro día saldé otra vieja deuda literaria (uno anda cargado de deudas literarias, y las estanterías de las librerías, a veces, van provocando): las poesías completas de José Rizal (y algunos ensayos, también).
Rizal, ese hombre renacentista que, en sus treinta y cinco años de existencia tuvo tiempo de cursar estudios de Medicina, Filosofía, ejercer, viajar, intentar cambiar su mundo, escribir textos poéticos inolvidables (¡ay, "Mi último adiós"; y tantos otros...), las novelas "Noli me tangere" y "El filibusterismo", Diarios, e, incluso, de morir ejecutado por el fanatismo, como sucede en ocasiones con las personas que se salen de lo normal de modo tan flagrante (el mundo está hecho para la mediocridad y la grisura, eso lo tenemos bien asimilado).
Y con el libro en la mano, como si fuese una magdalena "proustituida", una magdalena alucinógena, recuperé mis días en Manila. Aquella ciudad que para Jaime Gil de Biedma era menos exótica que Sevilla (pues la conocía mucho mejor): especialmente mi visita a Intramuros, al Museo dedicado a Rizal en Fort Santiago, o los paseos por esas calles, fortalezas e iglesias tan características de los sitios por donde hemos pasado los españoles ("curas y abogados, solo curas y abogados nos mandan: si hay que mover un río nadie sabe", se quejaba Mariátegui de los conquistadores españoles; curas y abogados... ¿embaucadores con la palabra?).
En fin, no me desvío: que compré un excelente trabajo de Cátedra (Cátedra, siempre al rescate, con sus exquisitas ediciones), saldé mi deuda y recuperé los bellos días filipinos, todo en uno.
Salamat, Rizal. Salamat, Philippines. Por todo lo que me habéis dado.


1 comentario:

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