Sigo con mis reflexiones panerianas, de cara a terminar el capítulo de
libro en que estoy enfrascado (y que entregaré en breve), después de la
entrañable visita a Astorga del pasado mes de agosto (verano muy
paneriano; de trabajo, pero inolvidable: dos trabajos complementarios
sobre los creadores de la familia Panero).
Ayer, por fin, pude disfrutar de la cuidada Antología poética de Leopoldo Panero publicada en 2011 por Cátedra (exquisitos libros, por otra parte), pues ya llegó a la librería. "En lo oscuro". Y pude aprender con la ilustradísima introducción de Javier Huerta Calvo, un lujo para el lector interesado.
Recuerdo aquello que ponía Umberto Eco en boca de alguno de sus personajes en "El nombre de la rosa": somos enanos, pero enanos subidos sobre los hombros de gigantes, por lo que nuestra perspectiva no es tan pobre.
Ayer me sentí así: un enano (porque todo el que aprende es siempre un poquito enano) subido en los hombros de un gigante (un estudioso, alguien de quien aprender... ¡qué privilegio!). Y las vistas eran sugerentes.
Gracias, estimado Javier, por las enseñanzas. Por las vistas.
Ayer, por fin, pude disfrutar de la cuidada Antología poética de Leopoldo Panero publicada en 2011 por Cátedra (exquisitos libros, por otra parte), pues ya llegó a la librería. "En lo oscuro". Y pude aprender con la ilustradísima introducción de Javier Huerta Calvo, un lujo para el lector interesado.
Recuerdo aquello que ponía Umberto Eco en boca de alguno de sus personajes en "El nombre de la rosa": somos enanos, pero enanos subidos sobre los hombros de gigantes, por lo que nuestra perspectiva no es tan pobre.
Ayer me sentí así: un enano (porque todo el que aprende es siempre un poquito enano) subido en los hombros de un gigante (un estudioso, alguien de quien aprender... ¡qué privilegio!). Y las vistas eran sugerentes.
Gracias, estimado Javier, por las enseñanzas. Por las vistas.
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