viernes, 16 de diciembre de 2016

EL AIRE DE PARÍS

No hace mucho escribí sobre el boxeo como metáfora de la vida y no sé qué más. Citaba, así como de repente, algunas películas sobre boxeo, pero dejaba otras atrás (aquel texto estaba escrito en un hueco entre dos obligaciones importantísimas de mi día a día). Mi admirado y querido Luis Martínez de Merlo completaba mis palabras apuntando un par de películas fantásticas: "Rocco y sus hermanos", del Genio Visconti, y "El aire de París", de Marcel Carné.
La obra de Visconti la tengo bastante mirada, remirada y controlada. Es de las que reveo periódicamente (esta y otras: San Luchino Visconti es San Luchino Visconti), escrutando cada frase o gesto fetiche, e incluso la he usado como arma literaria en cierta ocasión: una vez, cuando escribía columna en prensa (hace ya mucho de eso), y criticando no sé qué de Rouco Varela, titulé a mi columna "Rouco y sus hermanos" (hubo quién se escandalizó y todo: ya lo decía Terenci Moix, que la gente es muy escandalizable).
Pero la segunda no la conocía, y agradezco a Luis que me abriera esta ventanita. ¿Boxeo y París, todo en uno? Había que buscarla inmediatamente. Dicho y hecho: fantástica. Realismo pero poesía con la cámara, perfectamente unidos. Dirigida por Carné en 1954 y protagonizada por el gran Jean Gabin, otra vez comprobamos cómo la vida es dura y hay que defenderse a puñetazo limpio en ella. Y con París de fondo, aunque quien está empeñado en sobrevivir se fija menos en eso de que vive en París, pues tiene que dedicar su tiempo a dar puñetazos, descargar cajas en tiendas de medio pelo, espantar las chinches de la cama en pensiones inmundas y a otras operaciones por el estilo. Con los inevitables inmigrantes italianos que intentan abrirse paso en París, con el mundo de la moda y la bohemia, que se mueve en otros parámetros, con el inevitable desencanto, con...
En fin, "El aire de París". Imprescindible. Gracias, Luis.





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