MICHI PANERO: VIVIR PARA CONTARLA
Antonio J. Quesada
Escribir
sobre Michi Panero es fácil pero es difícil. Para los aficionados a los datos,
bibliografías y modos canónicos de ser y de estar en la vida, a la hora de
recrear a personajes, puede ser fácil: de eso hay relativamente poco. Pero
recrear el imaginario de Michi es razonablemente complejo, aunque por el autor
de estas líneas no quedará.
No
es fácil nacer de Leopoldo Panero y de Felicidad Blanc, y todavía más complejo
resulta nacer después de Juan Luis y de Leopoldo María. No era fácil ser Michi
Panero, por tanto. Michi, que nacerá en 1951, tendrá que sostener a un buen
personaje ya desde temprano, por la mañana, cuando abre el negocio al público,
hasta que echa el cierre cuando se va el sol. Le sucedió durante toda la vida.
Michi:
el
creador sin obra. Michi, el seductor y sugerente contertulio, entre tanto
creador lletraferit. Michi, el escritor sin libro, como le llamará
Utrera (aunque se va a publicar por estas fechas un volumen que recopila sus
heterogéneos textos; no sé si todos, pero en cualquier caso, acertada
decisión). Michi, el atractivo diletante: “Me dan muchísima pereza los libros.
He empezado mis memorias cuarenta veces pero cuando llegaba a la página 70 y
las releía, comenzaba a tachar porque veía que la mitad era mentira: era literatura”.
Para Juan Luis eso exactamente era un libro de memorias, también es cierto. Se dice
que Planeta quiso comprar las presuntas memorias, pero que deseaban
sensacionalismo sentimental, sangre, higadillos y casquería, y la cosa no salió
bien. Se dice que Soledad Puértolas le sugirió incluso un título para ese nasciturus editorial: Instantes de felicidad. Se dicen muchas
cosas por las esquinas. También se recuerda que escribía Michi buenos cuentos,
que agradaron mucho a Francisco Brines, por ejemplo.
Michi, el Sastrecillo
valiente, como le llamaba Juan Luis, pues desde muy joven se metía con todo
el mundo, y con una gracia para la queja y el cotilleo y una
agilidad mental que nunca le abandonarán. Michi debía pelear un hueco entre dos
hermanos excesivamente literarios, y se quejaba de eso (él, un personaje tan
literario). Fiel a sí mismo, por ejemplo, se identificó ante Umbral como “la
menor de las hermanas Brontë”, y aunque era el menos conocido al rodarse El desencanto, junto con su madre, pues
no poseían obra creativa, gracias a la película descubrimos a dos personajes
espectaculares (antes solamente al alcance de su círculo más próximo).
Con el tiempo (¡la de
cosas que suceden con el tiempo!) Michi se convertirá en un conocido personaje
de la noche, durante los años ochenta. Con el tiempo tendrá diversas parejas
(incluso se casará fugazmente con una hija de Antonio Molina, alumna de mi
querido amigo José María Prieto, poeta, pintor, dibujante y creador
renacentista). Con el tiempo comenzará a hacer
frente a enfermedades diversas y se irá desmejorando (lo que posiblemente
aumente su halo): golpes y más golpes de la vida, varias veces al borde de la
catástrofe y cada vez estará más desmejorado. Así se le verá en Después de tantos años, con la lucidez,
dura ironía y brillantez habitual, prisionero en un cuerpo anciano (Luis Antonio
de Villena apunta que esta película “es una suerte de acta notarial sobre el
fracaso y la desolación”; en realidad, cada hermano saca a pasear en procesión a
su soledad respectiva). Poeta sin obra, pero con mirada poética, o de prosista
poético, cuando menos, sus monólogos en la película atraen como atrae el abismo
y la lucidez terminal. Michi fue siempre el gran promotor de las películas
sobre la familia, y escribía crítica sobre televisión en prensa: la pantalla
(grande o pequeña) como modo de subsistencia. Era lógico: sabía cómo ganaba en
el regate corto, ante la cámara y ante la vida.
Volvió
a Astorga, quizá para no tener que terminar vendiendo cerillas en la Gran Vía
(como comentaba en Después de tantos años;
se cuenta mucho sobre la venta de la biblioteca paterna). Volvía a casa, al
pueblo, y allí fallecerá (será el primero de los tres hermanos en hacerlo, en
marzo de 2004). En Astorga se le recuerda, solitario y lúcido, arrastrando sus
males y a su personaje hasta que todo terminó un día que, sin duda, no estaba
muy lejos. Marta Moriarty escribió incisivas palabras ante esta
muerte, recordemos algunas: “Michi era un niño listo y mal criado que actuaba
sin pensar jamás en las consecuencias de sus actos, y cuando digo actos sólo
quiero decir palabras, pues Michi actuaba poco y hablaba mucho. Tenía el don de
la palabra y fue una pena que por tanto pudor se negara a escribir como hacían
ya todos en su familia y quizás, o al menos eso decía él, precisamente por eso.
(…) Poseía un ingenio rapidísimo y unos rizos espléndidos en su pelo
prematuramente blanco, un raro sentido de la elegancia y una fragilidad que le
hacía peligroso como a todo animal asustado. Es muy triste la muerte de Michi
Panero, pero esta muerte ya había ocurrido hace mucho tiempo cuando él supo que
nunca llegaría a nada, ni siquiera a escritor maldito. Si tuviera que
escribirle un epitafio diría: Aunque lo intentó, nunca hizo mal a nadie”. Luis
Antonio de Villena apuntará sobre él que “era como el actor de un drama que no
tiene papel o que se equivocó de obra y recita en la que no debiera. (…) Michi
es un existencialista sin causa”. Nacho
Vegas compondrá una bella canción en la que juega con ese mito del atractivo
derrotado que, en el fondo, nos resulta un vencedor, aunque nadie lo reconocerá
(no le nombrarán Hijo Predilecto de donde sea, ni recibirá premios o le
llevarán a dar conferencias y esas cosas que hacen los presuntos ganadores, en
Ateneos y en cursis salones de provincia).
Las
personas que se acercan a los Panero a través del cine suelen quedar enamorados
de Michi, es inevitable, y luego, si profundizan, acaban ubicando todo. Pero no
extraña que interese tanto Michi, tras su intervención espectacular en el film
de Chávarri. Michi es el gran interesado en la película, además, y es lógico:
la cámara le quiere y él lo sabe.
Michi
se quejará siempre de que sus hermanos son personajes creativos que viven de
cara a la Literatura, y él desea estar al margen de esa guerra (se queja
maravillosamente bien en Después de
tantos años), pero la potencia creativa de su personaje es altísima, aunque
su obra fuese escasa. Su problema es, posiblemente, el nacer y vivir emparedado
entre dos potentes poetas (cada uno con su soledad a cuestas, pero inevitablemente
unidos), y así es más complejo hacer tu propio camino. Creo que, posiblemente,
siempre necesitó narrar a los Panero para ubicarse (en la familia, en la vida y
en el mundo). E hizo de sí mismo su mejor obra. Su obra más lograda. Vivir para
contarla, a lo mejor.
Brillante serie las que has escrito Antonio, realmente exquisita y atractiva, con el aroma paneriano que es tan embriagador y tan seductor que a veces llega a marear por su intensidad. Le has dado el punto correcto de suavidad. Me apena que no se recoja en un medio de difusión más amplio y que los medios de comunicación desperdicien la oportunidad de acercarse a la literatura con mayúsculas, pero de verdad que aún escrito con minúsculas, ha sido brillante, y yo estaba allí.
ResponderEliminarGracias, querido Víctor, por tu cariño y tu complicidad. La verdad es que la idea era precisamente esa: aprovechar tanta serie reflexión para escribir de modo ligero pero con contenido, y acercarnos a los distintos imaginarios, todos tan sugerentes y potentes. GRACIAS por estar cerca, abrazos muy fuertes,
ResponderEliminarTienes un blog fantástico. Intuyo que mucho voy a aprender de ti de ahora en adelante.
ResponderEliminarGracias por escribir tan bien
julio d castro - el cubanito cuentacuentos
Gracias, estimado Julio, voy subiendo aquí cositas creativas, quizás para huir del día a día profesional. Que agobia, siempre... Abrazos muy fuertes, gracias por compartir estas complicidades culturales,
ResponderEliminarCreo que tod@s en alguna etapa de nuestra vida hemos sido o hemos querido ser un poco como Michi: el atractivo diletante , el sastrecillo Valiente , el escritor sin libro, personaje nocturno , poeta sin obra , actor….Manejó todos estos papeles sin ser feliz con ninguno de ellos . Como tú bien dices , tenía “el don de la palabra” y hizo de su vida su mejor obra.
ResponderEliminarConfieso ser una enamorada de Michi , de su estilo y de su frase : eramos tan felices….
Voy a extrañar esta serie ,te confieso que me atraen cada vez más los personajes de esta saga. Creo que merece y mucho la pena que sigas “buceando” en esta familia. Muchas gracias maestro
Gracias, amiga, por compartir estas complicidades... Un privilegio, poder dedicar tiempo a estas cuestiones y comentarlas con tantos y tan sugerentes amigos. Abrazos,
ResponderEliminarQué bello y certero artículo. Gracias
ResponderEliminarGracias, María Jesús, por compartir estas reflexiones panerianas. Un fuerte abrazo,
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