Paseo matinal
Gran placer que no cuesta dinero:
bajar al Tíber
por la mañana temprano
y
pasear por su orilla
al nivel del agua.
A esa hora
sólo
compartes ruta con
algún corredor solitario,
algún ciclista que escucha la
radio,
alguien que pasea con algún perro
gruñón,
el barrendero, que le tocó trabajar
hoy por aquí
o
algún mendigo que duerme debajo de
algún puente mágico.
¡Qué paz!
Parece mentira
que sea
el mismo río ensangrentado de otras
épocas.
(Antonio J. Quesada: "Cuaderno de Roma")
La gratuidad de lo sencillo.Hermoso
ResponderEliminar... Y la belleza de lo cotidiano. Un placer, compartir estas complicidades, ¡gracias por visitar estas tierras!
ResponderEliminares bueno porque recordé su lectura de hace unos años
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, querido Víctor.
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