Tal día como hoy, 8 de enero, en 1990, fallecía Jaime Gil de Biedma. El poeta que hubiese preferido ser poema. El referente creativo. El mago de las palabras, capaz de encontrar belleza sin enrevesar sus textos. El creador que aseguraba que un poema no era tan distinto de una carta comercial, pues en ambos textos todo tenía que estar en su sitio. El poeta escueto y exquisito que escribía cuando el poema se ponía pesado, en bastantes ocasiones durante sus duchas. El poeta que nos enseñó que donde no se habla bien es complicado que se escriba bien, y logró hacer de la conversación un arte.
Yo (no) me salvé escribiendo / después da la muerte de Jaime Gil de Biedma. Siempre le echaremos de menos.
Y quiero recordar la portada de su exquisita poesía completa, que me suele acompañar en mis viajes más largos. Y en esta edición. Es imprescindible recordar hoy a Jaime Gil de Biedma y su obra poética (no hablaré de sus traducciones, ensayos, epistolarios, pero daría para mucho, como bien saben).
Imprescindible, Jaime Gil de Biedma.
Yo (no) me salvé escribiendo / después da la muerte de Jaime Gil de Biedma. Siempre le echaremos de menos.
Y quiero recordar la portada de su exquisita poesía completa, que me suele acompañar en mis viajes más largos. Y en esta edición. Es imprescindible recordar hoy a Jaime Gil de Biedma y su obra poética (no hablaré de sus traducciones, ensayos, epistolarios, pero daría para mucho, como bien saben).
Imprescindible, Jaime Gil de Biedma.
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