Hace ya bastante tiempo, desde que la vida me hizo ir madurando (a base de golpes y fracasos, que es como se madura en la vida: las victorias, generalmente escasas, se celebran, no se analizan), que suelo preferir un buen texto creativo a textos con pretensiones científicas para llegar a la esencia de los grandes temas histórico-políticos. Y mato dos pájaros de un tiro: disfruto con la creatividad ajena y también me ubico en la (pretendida) Historia con historias, que es como me gusta ubicarme.
Por eso estoy gozando con "Patria", la obra maestra de Fernando Aramburu. Queriendo acercarme a su Euskadi ya había disfrutado de los relatos de "Los peces de la amargura" y con la novela, más breve, "Años lentos", pero "Patria" es el capolavoro, que dirían los italianos. Hay un antes y un después de esta gran novela, y eso es lo que marca a los grandes libros.
"Patria", un libro que hay que leer: la riqueza de matices socio-políticos, los entresijos de cada personaje, tan fieramente humanos, el fresco social aterrador, a ratos, los macroconceptos a los que los dogmáticos de toda índole supeditan todo, etc.. Me consta que este libro se está leyendo, lo que pasa es que en esta triste piel de toro triste se lee poco, y una cabeza piensa y nueve embisten, como nos enseñara Don Antonio Machado. Por ello, seguramente, la obra nos hipnotizará, pero luego seguirá cada uno con su tema.
No sé. Sí sé que llevo doscientas páginas y estoy entusiasmado. Quedan unas cuatrocientas cincuenta páginas más, y no quiero que termine: la mejor señal. Como ya no cumplo los cuarenta años, no concedo tantas páginas a cualquiera. Pero con "Patria" estoy entusiasmado, como he dicho. Gozo estéticamente y me siento tratado como un lector inteligente, gracias a tantas reflexiones que me sugiere el texto.
Una de ellas es que, en el fondo... ¡cómo se parecen las Patrias y cómo se necesitan los patriotas!
Por eso estoy gozando con "Patria", la obra maestra de Fernando Aramburu. Queriendo acercarme a su Euskadi ya había disfrutado de los relatos de "Los peces de la amargura" y con la novela, más breve, "Años lentos", pero "Patria" es el capolavoro, que dirían los italianos. Hay un antes y un después de esta gran novela, y eso es lo que marca a los grandes libros.
"Patria", un libro que hay que leer: la riqueza de matices socio-políticos, los entresijos de cada personaje, tan fieramente humanos, el fresco social aterrador, a ratos, los macroconceptos a los que los dogmáticos de toda índole supeditan todo, etc.. Me consta que este libro se está leyendo, lo que pasa es que en esta triste piel de toro triste se lee poco, y una cabeza piensa y nueve embisten, como nos enseñara Don Antonio Machado. Por ello, seguramente, la obra nos hipnotizará, pero luego seguirá cada uno con su tema.
No sé. Sí sé que llevo doscientas páginas y estoy entusiasmado. Quedan unas cuatrocientas cincuenta páginas más, y no quiero que termine: la mejor señal. Como ya no cumplo los cuarenta años, no concedo tantas páginas a cualquiera. Pero con "Patria" estoy entusiasmado, como he dicho. Gozo estéticamente y me siento tratado como un lector inteligente, gracias a tantas reflexiones que me sugiere el texto.
Una de ellas es que, en el fondo... ¡cómo se parecen las Patrias y cómo se necesitan los patriotas!
PD: El comentario que he hecho es muy poco riguroso y me consta. Hay por ahí análisis canónicos en sesudas publicaciones con los que pueden aprender (plumas muy serias, de esas que no contestan a sus lectores, porque son tan buenos que no hace falta, y que escriben en revistas fieramente canónicas, sea cual sea el canon). Busquen, que el que busca, encuentra. En cualquier caso, jamás pretendí cerrar el tema: pretendí, en el mejor de los supuestos, abrirlo.
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