Hoy hice un paréntesis en esa locura que llamo jornada laboral, pues tengo un día diferente. Hoy, a pesar de madrugar, no tomé el autobús de las siete, sino que me quedé un rato en casa haciendo cosas y saldré más tarde. A las doce se falla un Premio literario en el que participo como Jurado, y me regalé este descanso (es extraña esta situación: generalmente participo en premios, pero no como jurado, y mi rol en ellos es perder).
Aproveché este paréntesis para retocar un relato que creo que no ha quedado nada mal y unos poemas que creo que han quedado coquetos. No verán la luz, ya lo sé, pero lo bello de la actividad creativa es esto: encerrarte y pelearte contigo mismo. El resto (publicar, leer en público y no sé qué más) es... otra cosa. Y todo ello con música de fondo (sin música la vida sería un error, ya lo sabemos). Y ahora que he colgado las botas, que soy una isla sin posibilidad de formar un archipiélago (como escribí en otro poema también olvidado), mejor todavía. La lucidez es amarga, pero... conviene.
Me comentan que me buscan desde un periódico para algo. Que sigan buscando: yo les busqué cuando era inmaduro y no estaban, pues tenían sus legítimos intereses. Yo tengo mis intereses insulares, también. Que me busquen. Si me encuentran se les atenderá debidamente (soy una isla que se puede enseñar a las visitas), pero... sin pasión. Que sigan con sus cosas: sus políticos, sus cofrades, sus peñistas y demás.
En fin, que hoy vivo "una giornata particolare" y recuerdo a mi admirado Ettore Scola. Y, por qué no, siempre es agradable meterse un ratito en los zapatos de alguien tan atractivo como Marcello Mastroianni (la de veces que iba a ver su tumba, en el Verano: uno, que es así).
Bella giornata, amici. Para mí ya lo ha sido: y todavía no ha comenzado, como quien dice.
Hoy el día promete.
Aproveché este paréntesis para retocar un relato que creo que no ha quedado nada mal y unos poemas que creo que han quedado coquetos. No verán la luz, ya lo sé, pero lo bello de la actividad creativa es esto: encerrarte y pelearte contigo mismo. El resto (publicar, leer en público y no sé qué más) es... otra cosa. Y todo ello con música de fondo (sin música la vida sería un error, ya lo sabemos). Y ahora que he colgado las botas, que soy una isla sin posibilidad de formar un archipiélago (como escribí en otro poema también olvidado), mejor todavía. La lucidez es amarga, pero... conviene.
Me comentan que me buscan desde un periódico para algo. Que sigan buscando: yo les busqué cuando era inmaduro y no estaban, pues tenían sus legítimos intereses. Yo tengo mis intereses insulares, también. Que me busquen. Si me encuentran se les atenderá debidamente (soy una isla que se puede enseñar a las visitas), pero... sin pasión. Que sigan con sus cosas: sus políticos, sus cofrades, sus peñistas y demás.
En fin, que hoy vivo "una giornata particolare" y recuerdo a mi admirado Ettore Scola. Y, por qué no, siempre es agradable meterse un ratito en los zapatos de alguien tan atractivo como Marcello Mastroianni (la de veces que iba a ver su tumba, en el Verano: uno, que es así).
Bella giornata, amici. Para mí ya lo ha sido: y todavía no ha comenzado, como quien dice.
Hoy el día promete.
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