Dicen que la opinión de Margaret Thatcher sobre la obra del pintor
Francis Bacon era más o menos algo así como que era un montón
de "asquerosos trozos de carne". Valorando la trayectoria del uno y de la otra, proponen un
perfecto ejemplo para reflexionar sobre la tarea del creador
en la sociedad,
el creador frente a los poderes públicos y las autoridades.
Otro ejemplo más.
Por cierto, Vázquez Montalbán nos lo planteaba también en
"El pianista", pero la dama de hierro nos pone un ejemplo
sin máscaras, a las bravas (aunque esta falta de máscaras
disgustara a Octavio Paz, no me cabe duda). Un abrazo, Antonio
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