En 1976 "El desencanto" nos conmovió, incluso a los que estábamos gateando por aquellas fechas. Casi veinte años después, muy dumasiano todo, Ricardo Franco volvió a la carga con tres Panero por banda, hermanos que siguieron estirando y estirando todo aquello en lo que ya en 1976 habían hurgado. A los Panero les sucede lo que a los Goytisolo: que son casi tantos como los hermanos Karamazov. Eso puede confundir, claro. Y sin son belicosos, ya, ni cuento...
"Después de tantos años". Casi veinte. Pero con el paso del tiempo todo se vuelve como más cruel, incluso para los Panero, y Ricardo Franco levanta acta de ello: Felicidad Blanc había muerto (la felicidad había muerto hace mucho en aquella casa, si es que alguna vez estuvo cerca) y los tres hermanos soportaban mejor o peor a sus respectivos personajes, ya sin esa madre a la que adorar-odiar y, olvidado ese padre al que se mató hacía ya demasiados años (excesivamente freudiano iba todo desde los años sesenta...).
Reconozco que el interés de la película me parece mayor que la de 1976, al menos para los lletraferits (y los ávidos de filosofía), pero la lucidez es horriblemente cruel. Cuando termina la película se te queda el alma agridulce, casi como esas salsas que en los restaurantes chinos sirven para enmascarar sabores (¡la de salsas agridulces que utilizamos en la vida, aunque no tengamos ni idea de cocina!).
Cada uno se disfrazó del Panero que le tocó en suerte, el que mejor conocían, y se interpretó con mejor o peor arte ("Juan Luis parece un extra", se quejaba Michi). El crepuscular Michi, por cierto, me resulta espectacular en la cinta, con el encanto de lo moribundo que todavía no ha terminado de derrumbarse, pero que conoce perfectamente el funcionamiento de la vida. Y ve venir lo único que puede venir a estas alturas, claro. Nada bueno.
Seguramente, esto de lavar los trapillos en público me sigue pareciendo impúdico, pero... trapillos tan literarios suelen interesarme. Y en este país de cotillas y viejasdelvisillo, creo que lo mío es perdonable.
Al menos hasta cierto punto, como hubiese dicho Gutiérrez Alea.
Al menos hasta cierto punto, como hubiese dicho Gutiérrez Alea.
http://elpais.com/diario/1994/09/21/cultura/780098413_850215.HTML
http://tembladeraldesilabas.blogspot.com.es/2008/12/los-panero-revisitados-resea-de-despus.HTML
Leopoldo María, desde la otra vida, me ha hecho una faena, y me dice que los enlaces que cuelgo en la entrada no existen.
ResponderEliminarY yo que diría que los leí con interés...
"Error 404", dice el traidor cuando pico el enlace...
ResponderEliminar"¿No os parece raro que sólo se mueran los buenos? (...) Morir, parece, no es difícil; lo difícil es tener uqe sobrevivir aguantando a tanto imbécil (...). Yo les deseo a mis amigos muertos que vayan al infierno, por favor; primero porque allí sí que tengo influencias y, segundo, porque cuando yo vaya podré tener alguien con quien tomar champán por la mañana". Eduardo Haro Ibars: "París en Otoño", La Luna de Madrid, núm. 37, marzo de 1987.
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