Tengo una serie de poemas titulada "Poemas de la amargura", en la que incluyo piezas con el hilo conductor de ese bajón anímico que todos tenemos en ocasiones (incluso en los "días rojos" de Tiffany).
En el que aquí inserto, "Ternura", hago una declaración de amor a esa amiga tan especial que tanto me ha ayudado en momentos duros de trabajo en soledad.
Feliz comienzo de semana,
Ternura
Qué bien
estoy contigo,
querida mía.
Mi cielo, mi
amor, mi vida.
Sí: tú sí que
me entiendes, no como el resto del mundo.
Sí: tú no me
afeas conductas de aquí y de allá.
Sí: tú sabes
que te trataré siempre con ternura
y me tratas
siempre con ternura.
Sí: cómo me
agrada tu compañía.
Sí: cuando
alguna vez me fallas
(fallos
mínimos, reparables: todo es solucionable entre tú y yo)
llamo a
nuestro teléfono y se arregla todo.
Mi vida, mi
amor, mi cielo.
El afecto que
me das no se paga.
Nuestros
ratos pertenecen a esos pequeños momentos inolvidables
que siempre merece
la pena vivir
(¿recuerdas
en Roma, en la Biblioteca della Camera dei Diputati, por
ejemplo?).
Y el café tan
bueno que me ofreces por sesenta céntimos…
No sólo el café: también el chocolate está muy digno. Eres tan completa...
ResponderEliminarMe decía el otro día uno que toma café conmigo "a mis soledades voy, / de mis soledades vengo, / porque para andar conmigo / me bastan mis pensamientos".
ResponderEliminarMe comentó una vez: "me gusta tomar café en la máquina, solitario y a mis cosas". "A mí también -le contesté-: cuando quieras quedamos y vamos juntos".
Está algo mayor, mi amigo Félix, pero pasamos buenos ratos todavía. Con y sin café.
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