AMOR DE VERANO
Antonio J. Quesada
Siempre he
tenido los pies en la tierra, o al menos eso creo. Tampoco puedo asegurar que
nunca haya hecho nada que se saliera de lo normal: uno, a veces, comete
locuras, realiza actos poco racionales o agarra una buena borrachera que no
estaba en el guión, pero en líneas generales me tengo por un bonus paterfamilias, como dice el Código
civil. Aunque ni me considero bueno ni soy padre de familia (¡vade retro, Satana!: lejos de mí la
funesta manía de procrear).
Pero aquel
verano hice cosas extrañas. No era tan joven, ya, aunque las cosas salen como
salen. Y, con toda mi seriedad profesoral a cuestas, viví un amor de verano en
toda regla. Un amor de verano de manual: Benicàssim, turista danesa, charlas en
la playa (en inglés macarrónico no siempre compartido), besos furtivos a la
orilla del mar, vuelta al hotel abrazados (compartíamos hotel: nada menos que
el Hotel Montreal; esto facilitó todo), noche inolvidable, amanecer en pareja,
desayuno compartido, días de playa, pasión y cenas con velas, adiós doloroso
con promesa de reencuentro (en mi caso, con la banda sonora del Dúo Dinámico
sonando en la cabeza: yo crecí –respetadme- con “Verano azul”), etc. Todo eso
que se hace en un amor de verano.
Terminaron las
vacaciones y la llamé alguna vez, al principio. Luego intercambiamos algunos
correos electrónicos y, a día de hoy, pongo “me gusta” en sus entradas de
Facebook. Algo que ella no hace con las mías, por cierto.
(Relato escogido para su publicación como Finalista en la publicación colectiva I Concurso de Microrrelatos Hotel Montreal, 2015).
Llegará un día en que, seguramente, él dejará de poner "me gusta" y, con el tiempo, se dará de baja como amigo. No la bloqueará, porque para eso debe existir algún sentimiento, y esto que hay, ya, es simple desinterés.
ResponderEliminarConmovedor relato Antonio... felicidades ...
ResponderEliminarGracias, querido Miguel... Ahí andamos, poniendo la lente a la vida a ver lo que sale. En este caso, un amor de verano. Abrazos muy fuertes,
ResponderEliminarInteresante relato Antonio, cuantos más medios de comunicación menos comunicación.
ResponderEliminarSoy Rodrigo, por cierto.
Gracias, querido Rodrigo, por compartir estas complicidades creativas. La creación es lo que nos salva de la grisura del día a día... A ver si nos vemos, que tengo ganas de verte. Abrazos muy fuertes
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