LEOPOLDO MARÍA PANERO:
EL POETA MALDITO CANÓNICO
Antonio J. Quesada
“En
España no hay rata que no me conozca, y ello por culpa de mis escándalos
callejeros, más que por la mucha o poca valía de mi poesía”. Son palabras de
Leopoldo María Panero, y sintetizan bastante de lo que implica Leopoldo María
Panero. Un sugerente creador que, como consecuencia de su espectacular
personaje (más o menos soportable, dependiendo de una serie de factores,
algunos clínicos, valórese bien esto antes de juzgar), es más conocido que
leído. Al común de los mortales ha interesado más el personaje que la obra.
Leopoldo María será el
segundo hijo de Leopoldo Panero y Felicidad Blanc, y nacerá en 1948. Será un
poeta muy precoz, como podemos deducir de El
desencanto y de Espejo de sombras,
y pronto demostrará que, también, era alguien muy especial. Al igual que
sucedía con sus hermanos, desde muy temprano tendrá trato con grandes creadores:
deslumbrará, siendo niño, a Dámaso Alonso, y ya algo más maduro, al siempre
impenetrable Pere Gimferrer (en aquel tiempo, seguramente todavía Pedro
Gimferrer): “He conocido a un poeta
genial. Es el único de nosotros que puede ser un Byron o un Shelley”, aseguran
que comentó. Se enamorará de Ana María Moix y conocerá, era inevitable, a
Vicente Aleixandre, aunque no haya excesiva sintonía entre ambos.
Vivirá
varios intentos de suicidio, unos más cinematográficos que otros (sobre esta
parte de su vida, y sobre el suicidio y los Panero, en general, vid. el libro
de Federico Utrera Después
de tantos desencantos. Vida y obra Poéticas de los Panero, 2008, páginas
107-131), y entre unas y otras cuestiones (intentos de suicidio, viajes, desastrosas
aventuras políticas y de otro tipo), en
1968 sacará la plaquette Por el camino de
Swann, publicada en Málaga, en Cuadernos de María José, de Publicaciones de
la Librería Anticuaria El Guadalhorce, a cargo de Ángel Caffarena.
Su
carrera
como poeta y personaje se consolida: será uno de los nueve novísimos de la Antología de Castellet publicada por
Barral en 1970, inagura Infame turba.
Entrevistas a pensadores, poetas y novelistas en la España de 1970, de
Federico Campbell y su culturalismo (ya algo caótico), es capaz de abrumar a
conversadores tan experimentados y brillantes como Carlos Barral o Jaime Gil de
Biedma. Además, será uno de los primeros lectores de Lacan en España.
En 1970 publicará su
primer libro de versos, cuyo título me parece redondo: Así se fundó Carnaby Street (alguien dijo que Leopoldo María tenía
un ojo maravilloso para los títulos). Libro que contendrá míticos poemas como
“Deseo de ser piel roja” y que provocará que yo, que tiendo a estos gestos, no
pueda pasar por Londres sin darme una escapadita por esta calle. Su personaje irá
creciendo, pese a no haber obtenido jamás premio literario alguno (bueno, mejor
no recordar aquel Gabriel Miró…), como le sucedería a Jaime Gil de Biedma.
Octavio Paz se interesará mucho por él, por el “poeta-mago”, y su aura irá
creciendo, como se irán haciendo más frecuentes sus internamientos en centro
psiquiátricos (“la locura de Panero no es más que una terrible lucidez llevada
al límite”, apuntará Marín Albalate por alguna parte).
Leopoldo María va
creciendo, como decimos, y escribirá no solamente poesía, sino relatos (Papá, dame la mano que tengo miedo logró
que no pudiese cerrarlo hasta terminarlo, de una sentada) y unas peculiares
traducciones (dignas de reflexión en los estudios de Traducción). Y en eso
llega El
desencanto. Película en la que será
el gran protagonista, con su culturalismo desordenado, su brillantez, su
control de los tempos y su descarnado discurso. Benito Fernández, por ejemplo,
se apasionará tanto con su figura que escribirá su biografía canónica con el
paso del tiempo. Aunque es cierto que la película también significó el comienzo
de su gran trivialización, a la que sin duda ayudará él mismo (con sus
apariciones en Tele 5, en tertulias radiofónicas, en eventos o en polémicos
debates en televisión). Consciente de ello, en un arrebato de no sé qué, apunta
la frase con la que comenzamos este
trabajo: “en España no hay rata que no me conozca, y ello por culpa de mis
escándalos callejeros, más que por la mucha o poca valía de mi poesía”. Sí.
A
partir de los años ochenta del Siglo XX su situación mental empeorará, y su
obra y su vida se van llenando de sanatorios, anécdotas cada vez más
encendidas, gente que huye y obsesiones familiares. Su relación de amor-odio
con su madre alcanzará situaciones inimaginables, y ello se reflejará en
algunos poemas inolvidables. Llegarán libros de la talla de “Poemas del
manicomio de Mondragón” (1987) o “Locos” (1992, ampliado en 1995). Incluso se
convertirá en auténtico personaje literario, en textos creativos de Luis
Antonio de Villena, Manuel Vázquez Montalbán o Vila-Matas, entre otros.
Leopoldo María Panero será el maldito canónico de la Literatura española del
Siglo XX. Muy en la línea de Artaud, por
cierto.
Afortunadamente, como el
gran creador que fue, empezó a recibir también cierto reconocimiento (que no
premios, como hemos apuntado): en 1992 Cátedra publica “Agujero llamado
Nevermore”, con todo lo que eso implica de reconocimiento (es el primer poeta
nacido tras la guerra civil en aparecer en la colección de Letras Hispánicas). Fuera de nuestras fronteras, la Anthologie bilingüe de la poésie espagnole,
de La Pléiade, Gallimard, recoge su
poema “El lamento del vampiro”.
Leopoldo
María desarrollará su personaje plenamente de un modo espectacular, con el paso
del tiempo, y en su obra jugará con los temas ya esbozados y tratados en el
cine (pero no con detalle en su entonces escueta obra): la locura, el
culturalismo desordenado, la familia y sus problemas, la psiquiatría y el
psicoanálisis, la muerte, la sexualidad, etc. Visor y Huerga y Fierro nos
tendrán al tanto de sus textos y en Después
de tantos años aparecerá más enseñoreado en lo que es (así como en otros
trabajos cinematográficos de menor envergadura, ampliamente difundidos en la
red). Las anécdotas sobre sus apariciones por aquí y por allá son frecuentes en
libros que recopilan memorias más o menos desmemoriadas (que suelen recordar
bastante bien a Leopoldo María), y en conversaciones con personas que le
conocieron y, a ratos, sufrieron.
Estaba
destinado a morir pronto, pero será el último de los hermanos que fallezca,
pues morirá en marzo de 2014 en el sanatorio de Las Palmas en que estaba
internado. “Leopoldo María nos enterrará a todos”, aseguraban algunos, ante su envidiable
mala salud de hierro.
Escucha
uno mil y una anécdotas de Leopoldo María y concluye que era un grandísimo
creador que, llegado un momento, se convirtió en alguien muy difícil de
sobrellevar. Pero alguien capaz de escribir este poema (De
"Esquizofrénicas o La balada de la lámpara azul") tiene un lugar privilegiado en mi pesebre: “Aquí
estoy yo, Leopoldo María Panero / hijo de padre borracho / y hermano de un
suicida / perseguido por los pájaros y
los recuerdos / que me acechan cada
mañana / escondidos entre los matorrales / gritando por que termine la memoria /
y el recuerdo se vuelva azul, y gima / rezándole
a la nada porque muera”.
Aunque mi modo de ser y
de estar se acerca más a Juan Luis, seguiré gozando con los textos de Leopoldo
María.
Querido Antonio J.Quesada , primeramente buenos dias y luego un GRACIAS¡¡
ResponderEliminarAunque no soy muy fan de Leopoldo Maria si he de reconocer que este gran poeta convertido a veces en "personaje" es muy especial. En su vida hay muchos antes , despues y otras circustancias ...Aún viviendo al limite nunca dejo de crear sin ser siempre ese "bendito loco".
Como bien dice Marin Albalate al que has hecho aqui referencia :"La locura de Panero no es más que una terrible lucidez llevada al limite".
con todos mis respetos y cariño espero que pronto publiques algún libro sobre esta familia tan poliédrica y tan interesante.
El escrito de hoy se me ha hecho corto ...mañana más? Un abrazo
Gracias, amiga TC Cheska, es un placer compartir estas complicidades. LMP da para tantísimo... Da miedo abordar una obra de conjunto sobre él, pero... me encantan sus pequeñas historias, que darían cada una para trabajos extensos, jeje.
ResponderEliminarGracias por estar cerca, un abrazo fuerte,
LMP siempre me ha atraído e inquietado simultáneamente, preso de su exceso de lucidez tal vez...
ResponderEliminarEs un personaje apasionante, querido Víctor, y con unos textos, cuando menos, inquietantes... Abrazos muy fuertes,
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