Sigo sin poder publicar entradas en el blog, esto está hecho una ciber-birria. Así que haré algo tan metafísico como comentar la nada... Recientemente compré un libro de relatos de Isaac B. Singer, a quien no había leído, y... es apabullante. Al Nobel de 1978 se le vende como al gran narrador de los ambientes judíos allá donde puedan darse, y es así, pero es mucho más: de lo que voy leyendo me parece que es también el autor de la soledad, el autor de la pequeñez de la condición humana, el autor de la lucha contra el contexto. El autor de los abandonados por los dioses. Con él me sucede como cuando paseaba por el Ghetto de Roma: ¿cómo no sentirme judío? Aunque haya ocasión, después y por otras razones, de sentirme palestino, que me quiten lo hebraico-bailao: cultivo mi veta judía y encantado de la vida. Además, logra Singer lo que todo aquel que escribe un cuento pretende (incluso ese modesto escritor de narraciones que se llama Antonio J. Quesada, a quien tanto debo): atrapar al lector en la historia, como un personaje más. A mí me sucedió: las crenchas que lucía en mi cabeza, cuando cerré el libro, lo atestiguan.
Dicen que comentaba un amigo a otro, en un país imaginario, que el gobierno iba a tomar medidas en contra de los judíos y de los peluqueros. El oyente, sorprendido, pregunta "¿anda, y por qué contra los peluqueros?". ¿Da que pensar la escena? A veces las preguntas, como los prejuicios, los carga el diablo.
Sigo sin poder publicar entradas en el blog, esto está hecho una ciber-birria. Así que haré algo tan metafísico como comentar la nada...
ResponderEliminarRecientemente compré un libro de relatos de Isaac B. Singer, a quien no había leído, y... es apabullante. Al Nobel de 1978 se le vende como al gran narrador de los ambientes judíos allá donde puedan darse, y es así, pero es mucho más: de lo que voy leyendo me parece que es también el autor de la soledad, el autor de la pequeñez de la condición humana, el autor de la lucha contra el contexto. El autor de los abandonados por los dioses.
Con él me sucede como cuando paseaba por el Ghetto de Roma: ¿cómo no sentirme judío? Aunque haya ocasión, después y por otras razones, de sentirme palestino, que me quiten lo hebraico-bailao: cultivo mi veta judía y encantado de la vida.
Además, logra Singer lo que todo aquel que escribe un cuento pretende (incluso ese modesto escritor de narraciones que se llama Antonio J. Quesada, a quien tanto debo): atrapar al lector en la historia, como un personaje más.
A mí me sucedió: las crenchas que lucía en mi cabeza, cuando cerré el libro, lo atestiguan.
Dicen que comentaba un amigo a otro, en un país imaginario, que el gobierno iba a tomar medidas en contra de los judíos y de los peluqueros. El oyente, sorprendido, pregunta "¿anda, y por qué contra los peluqueros?".
ResponderEliminar¿Da que pensar la escena?
A veces las preguntas, como los prejuicios, los carga el diablo.
¿Cómo no estar con todos los perseguidos?
ResponderEliminarhttp://www.lavanguardia.com/sucesos/20130807/54379256240/muere-torturado-joven-homosexual-rusia.html