Mañana nos cae encima abril. El mes más cruel, si seguimos las
enseñanzas del maestro T. S. Eliot (y creo que es razonable seguir sus
enseñanzas, vamos bien dirigidos). En ese "Entierro de los Muertos" con
el que inagura "La tierra baldía" incluye un verso mítico, metabolizado
también por mi admirado Manuel Vázquez Montalbán, que puede ser casi un
objetivo vital razonable: "Yo leo, buena parte de la noche, y en
invierno me voy al sur".
Si seguimos a MVM, en "La educación sentimental", concluiremos que "nada quedó de abril" ("Era distinto abril, entonces / había alegría,..."). Puede ser...
Por eso tengo la tentación de huir antes de que me aplaste abril. No sé si a los mares del sur (con MVM, con Pavese...), porque por más al sur que estés, siempre habrá algo que quede todavía más al sur. Seguramente la partida se quedará, otra vez, en un proyecto no realizado.
Alguna vez escribí una cosita titulada "La partida", publicada por algún lado.
Huyo conmigo mismo, que soy la persona que me pilla más próxima. Y no mal compañero de viaje, todo sea dicho.
Si seguimos a MVM, en "La educación sentimental", concluiremos que "nada quedó de abril" ("Era distinto abril, entonces / había alegría,..."). Puede ser...
Por eso tengo la tentación de huir antes de que me aplaste abril. No sé si a los mares del sur (con MVM, con Pavese...), porque por más al sur que estés, siempre habrá algo que quede todavía más al sur. Seguramente la partida se quedará, otra vez, en un proyecto no realizado.
Alguna vez escribí una cosita titulada "La partida", publicada por algún lado.
Huyo conmigo mismo, que soy la persona que me pilla más próxima. Y no mal compañero de viaje, todo sea dicho.
La partida
Lo sé:
llegará el día
en que guarde
mis cosas
en una pequeña maleta
y parta.
Mi carta de identidad
(en el fondo,
para el Estado
somos un número
terminado en letra),
algunos libros imperfectos
que escribí,
algunos libros perfectos
que leí
(Kavafis, Wilde
y algún otro),
y tu foto,
para no marcharme
totalmente solo.
Cerraré con llave
e iré a la estación de trenes.
Miraré por última vez
mi ciudad
y marcharé.
Y volveré a
comenzar
en algún sitio,
lejos de todo
y de todos.
Lo sé:
llegará el día
en que guarde
mis cosas
en una pequeña maleta
y parta.
Mi carta de identidad
(en el fondo,
para el Estado
somos un número
terminado en letra),
algunos libros imperfectos
que escribí,
algunos libros perfectos
que leí
(Kavafis, Wilde
y algún otro),
y tu foto,
para no marcharme
totalmente solo.
Cerraré con llave
e iré a la estación de trenes.
Miraré por última vez
mi ciudad
y marcharé.
Y volveré a
comenzar
en algún sitio,
lejos de todo
y de todos.
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