domingo, 2 de octubre de 2016

SOBRE EL PROCESO CREATIVO

Siempre me ha interesado, cuando me disfrazo de creador (creador chiquito, creador desconocido, creador del montón o como se quiera, pero creador), el vínculo entre realidad y ficción en un texto creativo. Aquella situación en la que el creador se nutre de realidad, en el sentido más estricto de la palabra, para vertebrar el texto narrativo. Algunos llamaron a algo parecido a esto "autoficción", y no me disgusta el término (incluso he jugado y juego a ello, en mi modesto espacio; con los inevitables problemas, claro). Me preocupa y me apasiona la cuestión (y cada vez me apasionan menos cuestiones, lo confieso). Y no es fácil de gestionar, es un interesante reto para el creador.
Incluso una vez pregunté, en un programa de televisión, a un escritor sobre el tema (pues había escrito una novela con personajes reales, e íbamos a hablar de ella): hasta qué punto le condicionó, como creador, tener que ser fiel a un imaginario real y no poder ser Dios Padre en el sentido más estricto de la palabra. No se enteró de la cosa y salió por peteneras, y como era en Canal Sur, pues quedó como folklórico, además. Una pena: le hice la pregunta para que, como creador, se luciera. Allá él.
Pero yo sigo dando vueltas al tema. Hoy encontré un sugerente artículo de Víctor Erice, vinculado a una reciente novela, que me hizo volver a la cuestión. Se publicó ayer, y me hace revisar esa clásica convicción de que nada hay más antiguo que el periódico de ayer.

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